El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico que afecta a niños, adolescentes y adultos. En España, se estima que puede afectar hasta un 4% de la población infantil y adolescente y hasta un 10% de la población adulta. Sin embargo, se calcula que hasta un 90% de las personas que lo padecen podrían estar sin diagnosticar.
Los síntomas suelen manifestarse de forma discreta y esporádica, lo que dificulta el diagnóstico temprano. En el caso de los niños y adolescentes, la aparición de molestias en las extremidades a menudo se atribuye a dolores de crecimiento o hiperactividad, lo que causa retrasos en el diagnóstico. Además, los casos que comienzan en la infancia y la adolescencia pueden ser los más graves y están asociados con ansiedad y depresión.
Las causas de este síndrome aún se desconocen, pero se ha relacionado con factores genéticos, deficiencias de hierro y alteraciones en los niveles de dopamina. También puede estar asociado a enfermedades como la insuficiencia renal, la diabetes, el embarazo, neuropatías, enfermedades de la médula espinal, párkinson o esclerosis múltiple. Además, es más común en mujeres que en hombres y suele manifestarse a partir de los 40 años.
El tratamiento varía según la presencia de una causa subyacente y se centra en abordar los síntomas y mejorar la calidad del sueño. Se recomienda evitar el consumo de cafeína y alcohol, mantener una rutina regular de sueño, hacer ejercicio y aplicar técnicas de relajación. En casos graves, se puede recurrir a medicación específica para mejorar los síntomas.
En conclusión, el síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico que afecta a diferentes grupos de edad, pero que a menudo pasa desapercibido. Es importante realizar un seguimiento adecuado de la evolución de la enfermedad para evitar que empeore y encontrar un tratamiento efectivo.
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