El Paso, La Palma La erupción volcánica de La Palma ha interrumpido la vida normal en la idílica isla española.
Las autoridades han evacuado a casi 8.000 personas, colocándolas dentro de hoteles y edificios de apartamentos vacíos, y han advertido que podrían verse desplazadas más en las próximas semanas.
En las cinco semanas desde la erupción del volcán, la lava que fluye de Cumbre Vieja ha alcanzado más de 850 hectáreas (2,100 acres) de tierras de cultivo y áreas residenciales.
Más de 2.100 casas y granjas han sido dañadas o destruidas y se han cortado los sistemas de riego vitales.
Todos los días, un nuevo magma se infiltra en nuevas áreas.
No me siento bien. No quiero trabajar ni comer. “No quiero hacer nada”, dijo el agricultor bananero José Álvaro León Díaz, mirando la columna volcánica que se eleva desde el borde de su finca.
Pero esta es la situación en la que nos encontramos ahora y tenemos que seguir adelante. Todo lo que puedo hacer ahora es rezar para que la lava no llegue a mi finca y podamos salvar algunas de nuestras cosechas ”.
La espesa columna de humo de Cumbre Vega se eleva 2,4 kilómetros (1,5 millas) hacia la troposfera y deposita miles de toneladas de fina ceniza negra y piedra pómez vítrea en toda la isla.
Este material cubrió las sinuosas carreteras montañosas de la isla y los congestionados sistemas de drenaje y llegó hasta las casas y los vehículos.
La perturbación también se ve agravada por eventos sísmicos casi diarios que sacuden la isla debido al magma de alta presión y los fluidos que se ondulan profundamente dentro de la estructura del volcán.
Para la gente que vive en La Palma, la situación se ha convertido en la nueva normalidad surrealista.
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